El día había llegado. El público esperaba con impaciencia la presencia en los cines locales del inmenso gorila King Kong, que fue llevado desde su hábitat natural hasta Nueva York. “Es difícil sintetizar en pocas líneas la visión que causa al espectador de esta película que con acierto han sabido los estudios RKO Radio Picture llevar a la pantalla en un alarde de técnica poco común”. Así se expresaba la crónica de aquel 13 de octubre de 1933 sobre el film que ya había sido estrenado en Estados Unidos en marzo de ese mismo año y en Buenos Aires un poco antes que aquí. Imaginemos qué sorpresa habrán generado en los tucumanos de hace 85 años las épicas batallas del gorila con los otros animales gigantes. En este sentido consideraba que llamaba la atención del público “la reconstrucción de monstruos antidiluvianos, de sorprendente verismo y del gorila que da nombre al film, cuya intervención marca la parte más culminante de la producción”.
Otro punto destacado era la lucha final desde las alturas de un rascacielos contra aviones y en la que finalmente el gorila muere al caer, ya desfalleciente, desde el edificio. “La reconstrucción de monstruos prehistóricos, sus épicas luchas, y la creación del gigantesco gorila Kong, de más de 20 metros de altura, son esfuerzos poco comunes en el campo cinematográfico”, decía la crónica.
La película tuvo un éxito extraordinario. La propaganda anunciaba el estreno en la función de las 21.45 en el cine Grand Splendid, que desapareció totalmente en mayo de 2018 cuando su frente se derrumbó y mató a tres personas. El anuncio decía “La octava maravilla del mundo, King Kong” y lo catalogaba de “un estupendo milagro del cine moderno”. Agregaba: “arrancado del reino de la prehistoria, descentrados sus instintos bestiales, King Kong surge, monstruoso e imponente ante los ojos espantados del mundo civilizado”.
Un viernes 13
El estreno ocurrió un viernes 13, considerado de mala suerte en algunas regiones. Esto no amilanó al público, que colmó la sala. No sabemos qué comentarios habrán hecho aquellos privilegiados, que tras casi dos horas de exhibición salieron de la sala sorprendidos de ver aquel tremendo gorila por primera vez en la provincia. El sábado hubo otra función nocturna y al día siguiente dos funciones: 18.45 y 21.45. Las cuatro funciones de aquel fin de semana fueron a pleno y quedó mucha gente con la expectativa de que la película volvería a ser reproducida. Si tenemos en cuenta que la sala del Grand Splendid tenía una capacidad para 700 personas, esto implica que unos 2.800 tucumanos pudieron ver la cinta. Nuestra ciudad y su conurbano tenían alrededor de 120.000 habitantes.
Una semana más tarde
Una semana después para satisfacer la expectativa generada tras el estreno, la película volvió a las marquesinas locales. El 21 y 22 de octubre el film fue exhibido en tres salas: Brodway, Moderno y Politeama Argentino. En cada uno hubo una función el primer día y dos al día siguiente. Los tucumanos vieron satisfecha su expectativa por ver el gorila gigante.
Cabe recordar que el Brodway fue inaugurado en junio de 1933 en la calle Santiago del Estero al 800, frente a la iglesia del Inmaculado Corazón de María. De aquella sala, con capacidad para 800 personas, sólo queda su fachada art déco, ya que allí se construyó una playa de estacionamiento. El Moderno era el más antiguo, había nacido en 1912 y se ubicaba en 9 de Julio primera cuadra con una capacidad para más de 900 personas. Su final también fue una playa de estacionamiento. El Politeama, ubicado en 9 de Julio y Las Piedras, nació en 1920 con la intención de ser un teatro pero como su construcción quedó inconclusa, se comenzó a usar como cine.
En los días previos creció la expectativa por ver la aventura del gorila. Bajo el título “un alarde de técnica es la película ‘King Kong’ que se anuncia”, el cronista expresaba: “se desarrolla en un interesante ambiente de fantasía y de leyenda, y merced a una buena dirección, audaces concepciones de la imaginación se mezclan con las emociones de una aventura a través de un argumento lleno de interés”. Además destacaba los avances técnicos que presentaba la filmación que “da visos de realidad a escenas inverosímiles” y los acertados motivos cinematográficos realizados con acierto.
En cuanto a los efectos, conocidos como “trucos”, consideraba: “los procedimientos empleados para realizarlos escapan a la deducción y resultan inexplicables, lo que acrecienta el interés que el estreno de este film provocó en otras capitales”.
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A mediados de septiembre nuestras páginas anunciaban que en corto tiempo el film iba a llegar a estas marquesinas tras informar sobre la exitosa temporada en la Capital Federal.
La película fue dirigida por Cooper y Ernest Schoedsack, que también fueron los productores. La historia pertenecía al mismo Cooper junto a Edgar Wallace, y había nacido de las ideas concebidas en libros de aventuras previos que se desarrollaban en mundo perdidos como la novela de 1912 “El Mundo perdido”, de Arthur Conan Doyle, y “La Tierra olvidada por el tiempo” (1918), de Edgar Rice Burroughs, el mismo autor de Tarzán.
La producción contó con una banda sonora increíble que estuvo a cargo de Max Steiner, considerado el padre de la música para el cine y de las bandas sonoras. A este director se deben también bandas de películas como “Casablanca”, “Lo que el viento se llevó“ o “El tesoro de Sierra Madre”.
Los protagonistas principales fueron Fay Way (como Ann Darrow), Robert Armstrong (como Carl Denham) y Bruce Cabot (como Jack Driscoll). El costo del film superó los 670.000 dólares.
El film tuvo un éxito instantáneo en todo el mundo. Tanto fue así que la RKO se salvó de la quiebra gracias a sus ingresos.
Según algunos informes, los ingresos por entradas, recordemos que no había ni DVDs ni streaming ni nada por el estilo, alcanzó los 10 millones de dólares. No parece mucho ahora que conocemos superproducciones como “Titanic” o “Avatar”, que recaudaron sumas multimillonarias entre las distintas plataformas en las que fueron exhibidas. Pero en aquellos años, tras la Depresión de 1929, los ingresos eran exiguos. En nuestra provincia las entradas iban desde los 40 a los 80 centavos, un par de zapatos de hombre iba de los 5 a los 12 pesos y nuestro diario costaba 10 centavos.
Otra versión
Tras la de 1933, en 1938 se realizó una versión con el hijo de King Kong, pero de poco éxito. Hubo que esperar más de 40 años para tener otra remake inolvidable. Fue precisamente en 1976 que se estrenó con el mismo nombre y producida por Dino de Laurentis. Fue protagonizada por Jessica Lange y Jeff Bridges. En esta versión King Kong realiza la batalla final trepado a las Torres Gemelas, que habían sido inauguradas el 4 de abril de 1973.
La versión de 1933 hizo famosos a sus dos protagonistas: la bella Fay Way, que representó a la actriz Ann Darrow, y Robert Armstrong, que interpretó al inescrupuloso director Carl Denham. A este último personaje le pertenece la frase final del film: “No, no fueron los aviones. Fue la bella quien mató a la bestia”. Frase que cambia diametralmente la visión que el espectador tenía del gorila y descubre, tras la férrea defensa de la bella Ann por parte de Kong, todo el amor que tiene hacia ella.